El presidente del Concejo se apartó del partido de Arroyo y trabaja con Pichetto. Igual acompañará al intendente en lo que resta de la gestión. Presión de Massa a Pulti y tensiones en el armado oficialista.
Por Ramiro Melucci
En los últimos meses de 2018, caracterizados por el enfrentamiento del Concejo Deliberante con Hernán Mourelle, Guillermo Sáenz Saralegui tomó una decisión que pasó desapercibida pero describe como ninguna la parábola descendente de su vínculo político con el intendente: renunció a la vicepresidencia de Agrupación Atlántica, el partido que fundó con Arroyo. No fue su única dimisión: el presidente del Concejo también ha tomado la decisión de no acompañar a su ex compañero de ruta en la aventura reeleccionista. “En cuatro años no me ha llamado ni una vez para consultarme sobre algún tema del Ejecutivo”, dice a sus allegados.
El rumbo político de Sáenz Saralegui ya había empezado a cambiar cuando en la previa de las últimas legislativas fundó Provincias Unidas, un partido que presentó candidatos propios en respaldo a los gobiernos nacional y provincial por fuera de Cambiemos. Ahora Sáenz Saralegui acaba de dar un paso más. Su nuevo derrotero puede rastrearse en el reconocimiento de “visitante notable” que le entregó la semana pasada al senador Miguel Angel Pichetto. No fue solo una foto. “Estoy trabajando con él”, reconoce por lo bajo. Pero, de la misma manera que se inclinó por ese espacio opositor, el titular del Concejo le garantizó a Arroyo que acompañará las necesidades del oficialismo local en el último tramo de la gestión. Por eso se lo vio al lado del intendente en la reunión del miércoles con concejales de Cambiemos en el despacho principal de la comuna.
Pichetto fue uno de los oradores principales del acto de lanzamiento de Alternativa Federal en Mar del Plata. El otro fue Sergio Massa, que ubicó en un lugar de privilegio al único precandidato a intendente confirmado que por ahora tiene ese armado: Ariel Ciano. El líder del Frente Renovador aprovechó su visita a la ciudad para meterle presión a Gustavo Pulti. El ex intendente, que analiza variantes para postularse, mandó a negar cualquier acuerdo.
La negativa no implica que ese pacto no se pueda sellar más adelante. Pero Pulti también mantiene lazos con el kirchnerismo y jura que no descarta la opción de ir con la boleta corta de Acción Marplatense, una alternativa que diezmaría sus posibilidades en caso de que la elección se nacionalice y polarice, como todo parece indicar que sucederá.
Fernanda Raverta alterna dos estrategias con la misma pasión. La primera, pública y visible, es acompañar a cada referente kirchnerista que pise suelo marplatense para mostrarse como candidata indiscutible. La segunda, reservada y sigilosa, tiene la misión de acordonar Unidad Ciudadana para que no se filtre ningún extrapartidario. Del resultado de estas gestiones también dependerá la grilla electoral en Mar del Plata.
Nada se definirá en el plano doméstico mientras en el nacional persistan las principales incógnitas: ¿será finalmente Cristina Fernández candidata?, ¿Lavagna representará a un peronismo unido?, ¿cuál terminará siendo el rol de Massa?
Un grupo de intendentes oficialistas, con Jorge Macri a la cabeza, emergió con un pedido para eliminar las PASO. Sostienen dos argumentos: que nadie las usa y que se dilapidan recursos. Un tercero, que prefieren no decirlo, es que suponen que perjudicarían a Cambiemos.
La gobernadora mencionó el asunto en el encuentro que mantuvo el miércoles con los legisladores oficialistas en la Gobernación. Se limitó a decir que se trata de una cuestión nacional que debe resolver el Congreso. Por lo tanto, para que haya un acuerdo legislativo primero debe surgir consenso en Cambiemos. No lo hay: el radicalismo defiende las primarias. Las cree una herramienta clave para garantizarse algunos candidatos propios.
Trastocaría, a la vez, todo el esquema local. En Mar del Plata hay tantos precandidatos oficialistas que sería devastador que no hubiera primarias. La mayoría asume que habrá. Ante ese panorama, los partidos de la alianza no tendrían más de un precandidato. En limpio: Vilma Baragiola y Maximiliano Abad no serían candidatos a la vez. Llegado el momento de las definiciones, uno de ellos cambiaría el rumbo de sus ambiciones.
Guillermo Montenegro continuó con su agenda preelectoral la última semana. Después de que Macri y Vidal acordaron que no habrá desdoblamiento de las elecciones en la provincia, la persistencia proselitista del ex ministro de Seguridad porteño comenzó a incomodar a otros socios de la alianza. Incluso algunos pusieron en marcha ciertas diligencias para desplazarlo.
Nada está dicho. Guillermo Castello, de la Coalición Cívica, también levantó el perfil con sus declaraciones altisonantes sobre los piquetes. Hasta el senador Lucas Fiorini, que siempre pareció fuera de esta carrera, empezó a exhibirse con alguna intención.
Por fuera del andarivel electoral, la nota la dio Gabriela Magnoler. La presidenta del Emtur dijo en la comisión de Turismo que el municipio hizo todo bien en el penoso episodio de Rancho Móvil. Que llevó adelante las actuaciones administrativas que el asunto imponía y las inspecciones que se requerían. Como si las 15 cabañas que se construyeron entre septiembre y enero hubiesen aparecido por ensalmo. Menuda eficacia.
La realidad se acerca más a lo que el radical Mario Rodríguez le espetó en la cara: alguien dio el ‘okey’ para que eso sucediera. El decreto de caducidad obró como un golpe de efecto para que todo terminara allí. El intendente tomó una decisión contundente pero no identificó a ningún responsable político. La única culpable fue la asociación que hizo lo que quiso con las tierras fiscales. Todos los que debían velar por que eso no ocurriera siguen fiscalizando las tierras municipales con similar laxitud.
La carta con la que Vidal zamarreó a Arroyo por la tasa de Publicidad y Propaganda tuvo su espiral de repercusiones. El intendente ratificó el cobro. Argumentó que había sido aprobada el año pasado en el Concejo. Escurridizos, los radicales actuaron como si no supieran nada de aquella norma que también votaron. Baragiola propuso ahora modificarla para eximir a los teatros. Abad fue el primero en pararse del lado de la gobernadora sin sopesar que su hombre en el Concejo, Ariel Martínez Bordaisco, también había levantado la mano.
Acaso lo que envalentonó a la mandataria fue la notificación del municipio a los teatros en el mes más convocante de la temporada. Y la airada queja del sector. No quería más inconvenientes de los que ya había en Mar del Plata, que el viernes también superó otro conflicto que la tenía en vilo: el de los guardavidas.
Una semana atrás, cuando los municipales velaron armas tras dos conciliaciones obligatorias, el ministro de Trabajo, Marcelo Villegas, pronosticó que ese iba a ser un caso testigo. No se equivocó. El número mágico de la temporada fue el 36. Por ese porcentaje acordaron el Sindicato de Guardavidas y la Cámara de Balnearios, el mismo que redondeó el acuerdo de los municipales. No fue casual.